En el corazón de Torelló, donde las montañas del Ges esconden historias que no se gritan, sino que se susurran, se alza Torre Gras, una joya neoclásica que lleva más de un siglo esperando el momento de comenzar una nueva vida.
Construida en 1902 por el industrial y exalcalde Miquel Gras Verdaguer, esta finca ha sido mucho más que una casa. Ha sido testigo de generaciones, refugio de memorias, símbolo de prestigio y belleza urbana. Cada moldura, cada pavimento hidráulico, cada cerradura tallada, cuenta una parte de una historia que aún no ha terminado.
Una finca con alma y posibilidades infinitas
Torre Gras no es solo un inmueble: es un universo de posibilidades escondido tras una fachada serena y elegante. Con más de 800 m² construidos, la finca se distribuye actualmente en cuatro viviendas independientes: una en planta baja, una en el primer piso, y dos apartamentos en la planta superior.
Esta configuración permite adaptarse a múltiples estilos de vida y proyectos:
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Una residencia multigeneracional donde cada núcleo familiar tenga su espacio y, a la vez, el jardín común como punto de encuentro.
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Un centro de retiros, escuela o residencia artística, aprovechando los espacios amplios, la privacidad y el encanto patrimonial.
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Un proyecto híbrido: vivir en una parte y convertir el resto en espacio de coworking, apartamentos turísticos con encanto o galería cultural.
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Una inversión patrimonial con carácter, ideal para quienes buscan valor arquitectónico, retorno emocional y capacidad de reconversión.
El jardín posterior — vegetación madura y acceso al río Ges— es una joya en sí mismo. La terraza principal del primer piso, el patio posterior, las estancias luminosas y los detalles originales conservados con mimo permiten que cada visita se transforme en una experiencia sensorial.
Arquitectura con carácter
De estilo neoclásico burgués, la casa fue concebida con proporciones nobles, materiales de calidad y una composición simétrica que revela la sensibilidad estética de su época. Las puertas talladas, los vidrios texturizados en ámbar y jade, los suelos de baldosa hidráulica original y los techos altos no solo se han conservado: se han convertido en el alma visible de esta torre urbana.
Su fachada principal se alinea con la calle Balmes, una vía viva del Torelló actual, mientras su lado posterior se abre a la calma vegetal y al agua. Es en esta dualidad —entre lo urbano y lo natural— donde Torre Gras encuentra su equilibrio perfecto.
¿A quién está esperando Torre Gras?
Esta finca no está pensada para quien busca lo convencional. Está pensada para quien:
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Cree en la belleza que envejece con dignidad.
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Sueña con dejar una huella, no solo habitar un espacio.
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Aprecia el valor patrimonial, pero también la libertad de proyectar algo nuevo.
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Desea compartir, alquilar, rehabilitar o simplemente vivir con amplitud, luz e historia.
Es ideal para familias grandes, inversores sensibles, arquitectos, creadores, promotores de proyectos educativos o espirituales. Personas con visión. Con alma. Con tiempo para mirar más allá de lo evidente.
Detalles técnicos relevantes
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Distribución total: 20 habitaciones + 4 baños actualmente, posibilidad de ampliar.
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Superficie construida: más de 880 m².
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Parcela de 854 m² con jardín trasero.
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Garaje, trasteros, despensa, terrazas y zonas comunes.
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Dos accesos diferenciados, uno de ellos con entrada independiente desde pasadizo lateral que da acceso a las 3 viviendas superiores.
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Divisible. Rehabilitable. Imaginable.
El alma que no se ve, pero se siente
Torre Gras tiene algo que no se puede medir en metros ni valorar en informes técnicos: su presencia. Quien cruza su umbral siente que entra en algo más que una casa. Entra en una historia. Y tal vez, si la escucha con atención, entienda que esa historia está esperando una nueva autora. Un nuevo autor. Alguien que no venga solo a reformar, sino a revivir.
Torre Gras no se compra, se hereda con amor.
¿Te gustaría continuar esta historia? Escríbenos. Quizás este sea tu lugar.